Para llegar a ello,  se pasa por el siguiente proceso:

Para comercializar bolsas de pupas o crisálidas de moscas, primeramente hay que contar con moscarios, cubos cubiertos con malla dentro de galpones. Allí, se toman los huevos de moscas, alimentados previamente con restos de pescado y harinilla, que se transforman en larvas.

Las protagonistas del proceso son las moscas “madres”, que a diferencias de las moscas normales, éstas son capaces de vivir en un espacio reducido dentro de los galpones.

El proceso lleva unas cuatro horas hasta que se convierten en pupas. Más de 20 millones de larvas consumen de tres a cinco toneladas de desechos en dicho margen de tiempo. Se envasan en bolsas de papel, que contienen cinco mil crisálidas por unidad, cerrando la cadena de esta forma sin dejar residuos.

En paralelo, los sobrantes del proceso son utilizados como proteína para alimentación animal.

La polinización se realiza entre septiembre y febrero, el resto del año la producción se guarda en cámaras de frío a una temperatura de entre cero y ocho grados con el objetivo de mantener las pupas en hibernación.